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Asociar emociones con colores es algo universal

En el español abundan los ejemplos del uso de los colores para describir ideas y emociones. Las pasamos moradas o nos las vemos negras para sacar algo adelante. Los celos son un monstruo de ojos verdes y la vida puede ser de color de rosa. Al final, lo más importante es no ver las cosas en blanco y negro.

El equilibrio de los impulsos culturales y evolutivos de estos vínculos suscita cierta controversia y es el objeto de un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Lausana y publicado en la revista Psychological Science.

Un equipo de 36 académicos de todo el mundo dirigido por Domicele Jonauskaite se propuso explorar si existían paralelismos claros en la forma en que las diferentes culturas asocian emociones específicas a colores. Mediante un programa online, pedían a los participantes que usen una rueda de colores para asociar doce colores y veinte emociones. Asimismo, también debían describir la intensidad de la emoción que asocian con cada color.

El informe publicado se basa en datos de más de 4.500 participantes de treinta países de todo el mundo. Los participantes hablaban 22 idiomas diferentes.

El principal hallazgo del informe, basado en un análisis algorítmico, es que parece haber una correlación entre estados de ánimo y emociones específicas y ciertos colores. Todas las culturas tienden a asociar el negro con la tristeza, el miedo y el odio, el rojo con emociones intensas como la ira y el amor, el amarillo con la felicidad y el gris con la decepción. Las correlaciones más fuertes entre las emociones intensas se daban con el rojo y el negro, las más débiles con el marrón.

Sin embargo, la comparativa de las medias globales y las asociaciones locales también puso de manifiesto algunas diferencias en determinados países.

«La asociación intermodal del color con la emoción es un fenómeno universal», concluye el informe. «Existe además una similitud global en cuanto a la forma en que se asocian conceptos específicos de emoción con términos específicos de color, aunque estas asociaciones universales están moduladas por factores geográficos y lingüísticos. En 30 países y 22 idiomas de seis continentes, el patrón de asociaciones color-emoción de cada país coincidió en gran medida con el patrón global. En otras palabras, los participantes de diferentes naciones compartían la tendencia relativa a favorecer ciertas asociaciones color-emoción (por ejemplo, amor e ira con el rojo) sobre otras (por ejemplo, vergüenza con el rojo)».

«Estas asociaciones universales podrían deberse a mecanismos desencadenados por una historia humana compartida, elementos comunes en los lenguajes y entornos humanos y sesgos cognitivos compartidos».

¿Qué significa esto? Que las personas con raíces geográficas y lingüísticas más cercanas muestran un mayor grado de correlación. De hecho, el algoritmo utilizado en el estudio pudo incluso predecir la ubicación y la lengua materna de una persona evaluando sus asociaciones entre el color y la emoción y su intensidad.

Por ejemplo, los finlandeses, lituanos y neozelandeses compartían muchas asociaciones color-emoción, mientras que los habitantes de Azerbaiyán y Egipto mostraron correlaciones inferiores a la media.

Curiosamente, los investigadores sugieren que, además de la influencia del idioma y de la cultura en esas asociaciones, es posible que también provengan del entorno físico. El informe sugiere que los niveles de luz solar podrían ser un predictor de la asociación del amarillo con la alegría en una parte determinada del mundo.

El estudio también destaca algunas asociaciones muy específicas en algunas culturas. Es algo bien conocido que los chinos asocian el blanco con la muerte en lugar del negro, como en la mayoría de los países. De manera similar, los griegos también asocian la muerte con el púrpura, a pesar de que este es visto como un color alegre a escala mundial. El rojo se asocia con el miedo en Nigeria y el amarillo no tiene ningún vínculo con la felicidad en Egipto, a pesar de su clima.

Aunque este estudio da una cierta pátina académica a la idea del vínculo entre los colores y las emociones, lo cierto es que es algo que comprendemos de forma intuitiva. La conciencia de la psicología del color es universal, aun cuando sus mecanismos sean aún algo enigmáticos. Como dijo Pablo Picasso hace casi un siglo, «los colores, como los rasgos, siguen los cambios de las emociones».

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