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Diseño de oficinas: más de lo que se ve a simple vista

En relación a cómo pensamos, nos comportamos e interactuamos con otras personas, es posible que nuestro sentido del tacto nos afecte más de lo que suponemos. Según un estudio de Simon Storey y el profesor Lance Workman de la Universidad del Sur de Gales, las personas cooperan mucho mejor entre sí cuando han estado sosteniendo objetos calientes, en lugar de fríos. Los investigadores pidieron a los estudiantes que realizaran una prueba simple que dependía de una buena colaboración para completarse con éxito. Antes de realizar la tarea, se pidió a los participantes que sostuvieran objetos calientes o fríos. Los resultados mostraron que las personas que sostenían objetos calientes cooperaban con mucha más frecuencia que las que sostenían objetos fríos.

Las implicaciones son claras: si colabora con alguien, igual es buena idea prepararle antes una bebida caliente. También demuestra algo que sabemos desde hace tiempo, que nuestro comportamiento se ve afectado por nuestro entorno táctil: el tacto, la textura y la temperatura de nuestro entorno, los productos que utilizamos, etc.

Limando asperezas

Esa fue también la conclusión de una serie de experimentos llevados a cabo en 2010 por psicólogos de Yale, Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Entre otros, descubrieron lo siguiente:

  • En un experimento para probar los efectos de la textura, se les pidió a los participantes que montaran un rompecabezas de piezas ásperas o lisas antes de escuchar una historia sobre una interacción social. Los que trabajaron con el rompecabezas áspero fueron más propensos a describir la historia como descoordinada y dura.
  • Un experimento relacionado con la sensación de los materiales demostró que el tacto pasivo puede moldear las interacciones. Se pidió a sujetos sentados en sillas duras o blandas que simularan una negociación para establecer el precio de un coche nuevo. Quienes se sentaron en sillas duras demostraron ser menos flexibles en su trato con otras personas y también juzgaban a los demás como menos emocionales.
  • En otra prueba de dureza, se pidió a los sujetos que manejaran una manta blanda o un bloque de madera duro antes de que se les contara una historia ambigua sobre una interacción en el lugar de trabajo entre un directivo y un empleado. Los que tocaron el bloque juzgaron al empleado como menos flexible.

En fin, esto demuestra algo primordial, que el buen diseño debe ir más allá de lo que podemos ver. Nuestras respuestas viscerales a las texturas, temperaturas y otras características táctiles influyen en nuestro comportamiento y en nuestra forma de ver el mundo, a menudo de una manera que aún desconocemos.

Esto tiene profundas implicaciones para la forma en que diseñamos los espacios y los materiales. Podríamos suponer que nos vemos influenciados principalmente por estímulos visuales como el color, pero la verdad es que también nos vemos influenciados activa y a menudo inconscientemente por otras características de nuestro entorno. Una oficina bien diseñada debe tener en cuenta todos nuestros sentidos.

Es algo natural

Este es el motivo por el que los mejores fabricantes de interiores, como Sedus, diseñan y desarrollan los materiales y la tecnología necesarios para obtener acabados que no solo tienen un aspecto natural, sino que también se sienten naturales. También es una de las razones por las que seguimos decorando nuestro entorno con madera. Las plantas también pueden ofrecer a un espacio un ambiente textural.

En todo caso, no es solo la idea de lo natural lo que influye en la forma en que sentimos la textura. Los materiales de construcción texturizados también pueden ayudar a transformar un espacio y tenemos la suerte de que constantemente llegan nuevos materiales y acabados que permiten aprovechar este impulso, generando nuevas emociones y comportamientos.

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