El «Agile Working» necesita espacio para el movimiento
Por qué necesitamos ejercicio físico, mental y emocional
Aunque ahora mismo está en boga el debate sobre las futuras opciones de home office, lo cierto es que la mayoría de empleados seguirán pasando mucho tiempo en la oficina con sus compañeros. Las oficinas y las formas de organización del trabajo diseñadas para procesos lineales (filas de mesas individuales, despachos individuales, reuniones sentadas) no dan un soporte adecuado a los equipos de trabajo orientados a procesos o a las reuniones informales y espontáneas. Los equipos necesitan cambios de actitud flexibles y formas de trabajo ágil («agile working») para poder hacer frente a las exigencias del trabajo diario. Por ello, las empresas deben destinar más espacio y recursos a la creación de áreas de equipo y espacios comunes que permitan poder trabajar en equipo de forma productiva, pero también experimentar. Por otro lado, no son menos importantes los flujos de información digitales y analógicos, así como las reuniones personales y virtuales.
Flexible y adaptable
Así pues, los espacios deben ser fácilmente reconfigurables (muebles sobres ruedas o deslizantes, separadores) para que las personas tengan la oportunidad de utilizarlos según lo requiera el proceso o la resolución de problemas. Un estudio realizado en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Rosenheim sobre los mundos de aprendizaje del futuro ha demostrado que los conceptos del espacio influyen directamente en el rendimiento del aprendizaje de los estudiantes. Que los alumnos se sientan cómodos, motivados y puedan concentrarse depende del tamaño, las condiciones de iluminación, la acústica y el ambiente del espacio de aprendizaje.
La flexibilidad debe aprenderse. La tendencia es hacia el agile working y el aprendizaje interactivo. Hacia el trabajo en equipo, que puede apoyarse en un mobiliario flexible y en las tecnologías de comunicación. De este modo, a partir de conceptos de espacios innovadores pueden surgir nuevos conceptos didácticos. Cuando predominaba la movilidad, por ejemplo, permaneciendo de pie, los alumnos llegaron a la solución correcta o generaron nuevas ideas con mucha más frecuencia que cuando estaban sentados. Si la disposición de la sala se adapta a la tarea, el aprendizaje y el trabajo en grupo mejoran, al igual que el proceso de toma de decisiones. Al trabajar en diversas posturas y de pie, la creatividad y la precisión de las decisiones también podrían aumentar notablemente.
Un entorno de trabajo óptimo cumplirá los requisitos anteriores sin dejar de lado las necesidades del individuo.
Nota: el contenido de este artículo ha sido investigado y recogido por el Dr. Dieter Breithecker.