El estudiado desaliño de los espacios ágiles de trabajo
En los últimos años se ha observado cierta afición a tomar prestadas palabras extranjeras para describir conceptos difíciles de expresar sobre el bienestar y el trabajo.
Hemos adoptado eudaimonia del antiguo griego para describir los matices del bienestar, la felicidad y el propósito. Enloquecimos brevemente por la idea escandinava del hygge para describir un enfoque relajado de la vida que anhelábamos. Hemos tomado prestado del japonés el término ikigai para describir cómo podríamos lograr un mejor equilibrio entre la vida profesional y personal. Y hemos vuelto al danés más recientemente con el término arbejdsglaede, literalmente, la alegría de trabajar.
Un idioma que hemos pasado por alto hasta ahora es el italiano, pero hay un término sin equivalente en español que podría aplicarse a la nueva generación de espacios de trabajo ágiles. Se trata de sprezzatura, que se puede definir brevemente como «desaliño estudiado».
Como suele ocurrir, esta definición en dos palabras no describe completamente todos los matices. El término implica en realidad, según explicaba Baldassare Castiglione en el siglo XVII, una cierta despreocupación con el fin de ocultar el arte de lo que uno hace o dice para que parezca que se hace sin esfuerzo y sin pensar demasiado en ello. Es una especie de despreocupación cuidadosamente calculada, un concepto inconfundiblemente italiano.
En español se aplica habitualmente a la forma en que uno viste, pero sus usos pueden ir más allá. No en vano, este concepto está en sintonía con uno de los objetivos principales de la nueva generación de espacios de trabajo ágiles, que deben diseñarse y especificarse con tanto cuidado que las personas que los utilizan apenas puedan percibir el trabajo que ha supuesto su creación.
Antes, la distribución de la oficina era una manifestación física del organigrama de la empresa, definida por sus grupos y jerarquías. Los empleados se sentaban todos los días en el mismo lugar rodeados por las mismas personas. Los espacios ágiles modernos ofrecen diferentes entornos para que los empleados pueden elegir el mejor lugar para trabajar en cada momento y puedan juntarse con otros compañeros en función de sus necesidades específicas.
Esto es más fácil de lograr cuando la organización comprende plenamente su cultura y la forma en que trabajan las personas y los equipos, así como la forma en que podría optimizarse todo el proceso. No es una tarea fácil, pero el resultado debe ser un espacio de trabajo que le resulte intuitivo a sus ocupantes. Se deben crear diferentes tipos de espacio, con las formas y proporciones correctas para que la oficina encarne la cultura de la organización y anime a la plantilla a sacarle el máximo provecho. Y debe permanecer en un estado de «beta permanente», de tal manera que evolucione a medida que surjan nuevas oportunidades y que la organización crezca y se desarrolle y aprenda más sobre sí misma y sobre la forma en que utiliza el espacio de trabajo.
Es una idea que también saca partido a nuestras necesidades como seres humanos. No se trata solo de nuestras relaciones e interacciones en el espacio de trabajo, sino también de la forma en que lo adaptamos a nuestras necesidades.
Además, las personas que utilizan el espacio día a día no deben ser particularmente conscientes de nada de lo que implica esta ardua tarea de concepción e implementación. Tiene que ser algo que les resulte instintivo y que sea acorde con una cultura que les anime a moverse por el espacio y darle forma cómo y cuándo quieran. Es decir, deberían desconocer la cantidad de trabajo que se ha invertido en su oficina y, al mismo tiempo, disfrutar de sus beneficios. Esta es la esencia de la sprezzatura.