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Ergonomía: tan fácil que es cosa de niños

Puede que el lenguaje esté en constante evolución, pero si quiere ver con qué velocidad una palabra puede perder su significado, no hay mejor ejemplo que el modo en que algunas empresas se apropian indebidamente de ella en un intento equivocado de ayudarles a vender sus productos. Por ejemplo, el gran problema del modo en que algunas personas emplean el término «ergonómico» es que lo utilizan para describir el diseño de las cosas, cuando en realidad se trata de una relación: la que existe entre una persona y las cosas que la rodean. Es una idea abstracta que depende de una serie de variables. Y cuando esas variables cambian, también cambia lo que entendemos por buena ergonomía. Una cosa que sí sabemos es que ofrecer a las personas grandes soluciones ergonómicas es esencial, pero si se quiere sacar el máximo provecho de ellas, es vital examinar todo el espacio de trabajo y su cultura.

Aunque la idea existe desde hace mucho tiempo, la ergonomía cobró importancia por primera vez a raíz del crecimiento del uso de los ordenadores. No hace tanto tiempo, pero ya tenemos una idea bastante fija de lo que constituye un puesto de trabajo ideal y una postura ideal. Conocemos las normas y directivas, sabemos cómo instruir a los usuarios, conocemos el tipo de entorno que necesitan las personas y los productos que deben utilizar y conocemos las consecuencias del fracaso.

Todo esto sigue siendo válido, pero el mundo ha avanzado. El legado de esta visión fija de la ergonomía es que gran parte del debate se enmarca en el pensamiento del siglo XX sobre empleados atados a un escritorio con un ordenador cuando, de hecho, la relación entre las personas y el lugar está cambiando todo el tiempo y la forma en que trabajamos ahora poco tiene ya que ver con cómo trabajábamos hace 25 años. Si se le da a la gente un portátil y un teléfono móvil, su forma de trabajar cambiará. Si se les anima a utilizar los espacios de descanso, la cosa cambia. Dígales que pueden trabajar desde casa o en las instalaciones de un cliente y la cosa cambia de nuevo.

Ergonomía en el Home-Office con sedesk home

El vínculo con el diseño

Uno de los factores que han impulsado el cambio en la forma de percibir la ergonomía ha sido el creciente número de estudios que relacionan el diseño del espacio de trabajo con el rendimiento individual y, por consiguiente, con el de la organización. Como siempre ocurre, y por difícil que sea verlo en este momento, la recesión económica puede resultar una especie de bendición en este sentido. Así, las mismas presiones económicas que han provocado la reducción de la demanda de espacio de oficinas pueden significar también, en última instancia, que las personas encargadas de diseñar y gestionar los espacios de trabajo descubran que existe un enfoque nuevo para sacarle el máximo rendimiento a lo que ocurre en ellos.

Sin duda, a medida que salgamos de la recesión y la batalla por el talento se recrudezca, habrá un renovado interés por hacer que las personas sean más productivas. Muchos elementos confluyen en esto, por supuesto, pero si tomamos el tema de la ergonomía, es casi seguro que lo veremos menos como una forma de reducir el absentismo y la mala salud y más como una forma de promover la buena salud. La ergonomía será cada vez más una forma de hacer que las personas sean más productivas y de ayudarlas a ser más felices en el trabajo.

Incluso sin las presiones de la recesión, el mundo del trabajo se ha ido fragmentando y, mientras intentamos recomponerlo, tenemos que retomar y redefinir cuestiones como la ergonomía. Pero solo podremos hacerlo si aceptamos que se trata de una relación centrada en el individuo. La mejor manera que se me ocurre para ponerlo de manifiesto es comparar las oficinas con las escuelas. En las escuelas ya hay un debate en curso sobre la ergonomía, basado también en el aumento del uso de ordenadores en la enseñanza, y en muchos aspectos el debate es un reflejo del que se está produciendo en relación con la oficina.

Un juego de niños

Si se compara con la forma en que la misma cuestión ha copado titulares en el mercado de las oficinas y, en vista de que los niños varían de forma y tamaño mucho más que los adultos, podría suponerse que este tema sería motivo de preocupación nacional. De hecho, aunque sigue siendo un problema, no ha adquirido el mismo nivel de interés. ¿El motivo? Los niños tienen una relación con su entorno completamente diferente a la de los trabajadores de oficina. Para empezar, se mueven mucho más entre actividades, utilizan los ordenadores en sesiones fijas y varían la forma de trabajar y lo que hacen.

Por ello, son un ejemplo perfecto de la ergonomía contemporánea. Es posible que las escuelas tengan que hacer algo más en cuanto al equipamiento disponible para los niños que utilizan ordenadores, pero en muchos aspectos nos ofrecen un modelo perfecto de ergonomía moderna. Lo que disfrutan es una solución holística basada en las necesidades de un usuario móvil y activo. Lo importante es que no se basa únicamente en un producto «ergonómico», sino en una apreciación de la relación entre las personas, la forma en que trabajan, el lugar en que lo hacen y las cosas de las que se rodean. Los niños nos llevan ventaja.

Del mismo modo, muchos de nosotros nos beneficiaríamos de variar con frecuencia la postura en la que trabajamos a lo largo del día, incluso trabajando de pie durante algunos periodos (cuyas ventajas veíamos aquí). Esto ya es habitual en muchas oficinas europeas gracias a un mayor uso de puestos de trabajo de pie. Como mínimo, hay que hacer pausas regulares para estirarse y caminar, para evitar todos los dolores y molestias asociados a la inactividad. Las sillas pueden ayudar, si se diseñan y ajustan para fomentar el movimiento, como es el caso de se:motion y se:flex de Sedus, pero la cultura y las pautas de trabajo son igual de importantes.

En las escuelas, los trabajadores del mañana ya están adoptando estas soluciones ergonómicas. En todas las aulas del país, los escolares captan intuitivamente el concepto de dejar de trabajar y salir a oxigenarse.

Así pues, la ergonomía es una cuestión que depende del espacio de trabajo en su conjunto, no solo del puesto de trabajo de un individuo. Se trata de conocimiento, cultura y variedad. Tenemos que animar a la gente a moverse cuando está sentada y a levantarse y pasear por la oficina. Las opciones son abundantes. Ya hemos experimentado la ubicuidad de los espacios de descanso, los cafés y las cocinas como forma de escapar de la pantalla. Cada vez son más las empresas que han introducido los días «sin correo electrónico», lo que ofrece la doble ventaja de levantar el ánimo y fomentar los encuentros informales entre compañeros. Pero lo más importante en este sentido es una cultura que comprenda las complejidades de la ergonomía.

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