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Lo que Steve Jobs nos puede enseñar sobre el futuro del trabajo y el diseño de oficinas

En la Conferencia Internacional de Diseño de 1983 celebrada en Aspen, Steve Jobs pronunció un discurso sobre el tema de la conferencia. Su título: «El futuro no es lo que solía ser». En él exponía sus pensamientos sobre las nuevas tecnologías, el diseño intuitivo, los ordenadores personales, así como la necesidad de una idea de cómo será el futuro en constante evolución. Puede escuchar el audio de su presentación más adelante.

Este evento tuvo lugar unos meses antes del lanzamiento del primer Apple Macintosh, pero su filosofía ya está claramente presente. Al describir la nueva interfaz de usuario de esta nueva generación de ordenadores de sobremesa, Jobs decía: «Lo más importante de nuestro diseño es que todo resulte intuitivamente obvio. La gente sabe cómo utilizar un escritorio intuitivamente. Si entras en una oficina, hay papeles sobre la mesa. El de arriba es el más importante. La gente sabe cómo cambiar las prioridades. Una de la razones por la que modelamos nuestros ordenadores en forma de metáforas como el escritorio es que podemos aprovechar esta experiencia que la gente tiene ya».

Lo que Jobs abordaba en su charla era cómo la adopción de nuevas herramientas y nuevas formas de hacer las cosas depende tanto de la estética y el diseño de la interfaz como de la tecnología. Los productos de Apple tenían que resultar familiares por interacciones pasadas con el mundo físico y otras herramientas, como algo tan nimio como un lápiz y un papel. El término técnico, que se ha convertido en sinónimo de Apple, es diseño esqueuomorfo.

Esqueuomorfo es un término que se suele emplear para describir el diseño de interfaces que se basan en una asociación cultural o en las experiencias de los usuarios. Algunos de los ejemplos más conocidos son el icono de la papelera de reciclaje en los ordenadores, el icono del disquete para guardar documentos de Word o el símbolo del sobre para el correo electrónico. El principio se basa en estas experiencias para indicar la funcionalidad y acaban perdurando incluso aunque el instrumento original haya quedado obsoleto. Las personas que nunca han usado o visto un disquete saben que su imagen representa la función de guardar.

Steve Jobs tenía el convencimiento firme de que las computadoras debían ser tan simples de usar que un completo novato pudiera dominarlas basándose solo en el instinto y la familiaridad. Con el tiempo, Apple ha ido desechando estas ideas a medida que los usuarios se han ido acostumbrando a las nuevas interfaces. Al igual que la tecnología, el diseño esqueuomorfo se alimenta de sí mismo a medida que evoluciona.

Las publicaciones digitales pueden imitar el acto de pasar página y los gestos de las publicaciones impresas, pero esto puede invertirse con el tiempo, como sabe cualquiera que haya visto aquel vídeo de un niño tratando de que una revista se comportase como un iPad.

La clave, el diseño

La perspicacia de Jobs está respaldada por la ciencia. En El Diseño de las Cosas Cotidianas, de 1988, el científico cognitivo Donald Norman sugiere que la forma en que interactuamos con los objetos y nuestro entorno está determinada principalmente por su diseño. Basa esta conclusión en el hecho de que las personas son una constante y es el diseño de las cosas que utilizan lo que determina cómo funcionan estas.

La gente puede aprender a usar las cosas de mejor manera o de forma diferente pero, sin un enfoque intuitivo del diseño, el producto resultará de un modo u otro un fiasco. Norman argumenta que, en consecuencia, el diseñador debe centrar su atención en la interacción de las personas con el diseño de los objetos y el entorno, justo como argumentaba Jobs.

Este principio es cada día más pertinente a medida que aumenta el número de interacciones que tenemos con los objetos diseñados. No hay más que ver, por ejemplo, nuestras interacciones con la tecnología, pero también es evidente a lo largo de toda nuestra vida, incluyendo la oficina, su diseño y los productos con los que está amueblada.

Por lo tanto, nuestras interacciones con el diseño deben resultar inmediatas y coherentes. Esta expectativa se ha extendido ahora a nuestro entorno, pero también a objetos concretos y a la tecnología. No tenemos ni tiempo ni ganas de aprender a usar algo, cuando un diseño mejora lo evidenciaría inmediatamente.

En términos de diseño, el uso creciente de áreas compartidas y espacios públicos supone un desafío para el equipamiento pero, también y sobre todo, para el propio diseño general del espacio de trabajo. Si queremos que la gente se traslade al espacio que mejor se adapte a sus necesidades, su diseño debe hacer que el propósito y el funcionamiento de sus elementos resulten obvios. En otras palabras, debe funcionar más como un dispositivo moderno o una app.

Expectativas cambiantes

Tal vez el desarrollo más sorprendente en el mundo del trabajo en los últimos años sea la expectativa de poder elegir. Una idea que ha estado un cuarto de siglo en desarrollo y que ha cristalizado en torno al principio de que la gente debería ser libre de elegir dónde, cuándo, cómo y con quién trabajar. La vuelta a los espacios de trabajo después del confinamiento solo hará que esto sea más importante que nunca.

Desde el año 2014, todos los empleados del Reino Unido tiene el derecho legal de solicitar opciones de trabajo flexible y muchos lo han ejercido, de la misma manera que muchas empresas han implementado políticas de trabajo flexible para atraer y retener el talento, encontrar nuevas formas de trabajo, reducir los costos y mejorar la productividad y el bienestar de los trabajadores. Esas cifras aumentarán inevitablemente en el futuro.

Una de las narrativas más frecuentes sobre este desarrollo es que estas personas trabajarán desde su casa en lugar de una oficina tradicional. La realidad es que en lugar de cambiar de un lugar de trabajo fijo a otro, la mayoría de las personas tendrán cierta libertad de elección y muchas seguirán optando por trabajar en la oficina durante gran parte de la semana. Hay muchos motivos, pero uno no poco importante es el sentido de pertenencia a un grupo y la capacidad de interactuar con los colegas. No se trata de una elección binaria.

Esta situación está impulsando un cambio fundamental en la forma en que utilizamos el espacio de trabajo. Cuando se percibe como una entre varias opciones de dónde trabajar, debe competir con muchas de las características de sus alternativas. El diseño intuitivo del lugar de trabajo debe reflejar los mismos principios del esqueuomorfismo que definen el diseño de la tecnología mediante el aprovechamiento de las experiencias y expectativas culturales y adquiridas del individuo.

El uso de diversos escenarios para el trabajo se inspira en otros espacios para indicar su función y los propios productos reflejan esta diversidad. Comprendemos muchos de los principios de este proceso desde hace décadas, pero solo ahora podemos apreciarlos y aplicarlos plenamente, a medida que el mundo del trabajo está cambiando a un nivel fundamental. Mientras el ser humano continúe siendo el núcleo del diseño de los espacios de trabajo, podremos encontrar formas mejores de diseñar espacios para ellos.

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