Sobre el arte del aburrimiento y su vínculo con la creatividad
El mundo moderno parece diseñado para ayudarnos a evitar el aburrimiento. Pero esto es un problema. Como bien saben los artistas desde tiempos inmemoriales, el aburrimiento puede impulsar la creatividad.
El gran escritor y filósofo italiano Giacomo Leopardi describió el aburrimiento como «la más sublime de las emociones humanas, ya que expresa el hecho de que el espíritu humano es, en cierto sentido, más grande que todo el universo. El aburrimiento es la expresión de una profunda desesperación por no encontrar nada que pueda satisfacer las ilimitadas necesidades del alma».
Más recientemente, Neil Gaiman decía en una entrevista que «uno tiene que permitirse aburrirse tanto que su mente no tenga nada mejor que hacer que contarse una historia». La ganadora del Premio Booker, Anne Enright comentaba, al describir su propio proceso en una entrevista con The Guardian, lo siguiente: «El aburrimiento es un estado productivo siempre que no dejes que se te estropee(…). Espero a que el aburrimiento haga efecto porque el aburrimiento, para mí, es una muy buena señal». Algo que también hemos podido comprobar en el documental The Beatles: Get Back sobre las sesiones de grabación del grupo británico para el disco Let it Be, recién estrenado en la plataforma Disney +.
El escultor Anish Kapoor afirma en su página web que ha «aprendido a lo largo de los años (…) que precisamente en esos momentos en los que no sé qué hacer, el aburrimiento le impulsa a uno a intentarlo».
Es un tema sobre el que hemos tenido mucho tiempo para reflexionar durante los confinamientos. Incluso ha provocado una oleada de investigaciones sobre los vínculos entre el aburrimiento y la creatividad, según un reciente artículo de The Washington Post, ya que dio a los investigadores una oportunidad inmejorable para estudiar los efectos del aislamiento y el tedio en una población previamente sobreestimulada.
De hecho, hasta existe un Laboratorio del Aburrimiento en la Universidad de York (Canadá), dirigido por el psicólogo John Eastwood, que ha coescrito un libro titulado The Psychology of Boredom [La Psicología del Aburrimiento].
Aun así, antes de la pandemia ya existía un conjunto de investigaciones que relacionaban el aburrimiento con la creatividad. Una de las principales investigadoras sobre el tema es Sandi Mann, de la Universidad de Lancashire Central, autora de The Science of Boredom [La ciencia del aburrimiento] y coautora de una serie de estudios que analizan el posible vínculo.
En uno de sus estudios, se pidió a los participantes que realizaran una serie de tareas aburridas, como copiar el contenido de una guía telefónica, y luego idear usos para un par de vasos de poliestireno. Los investigadores concluyeron, a partir de los resultados, que las personas aburridas tenían más y mejores ideas que un grupo de control de participantes no aburridos.
«Los resultados tienen implicaciones en la forma en que el aburrimiento es visto tanto por la sociedad en general como por las comunidades, por ejemplo, en las esferas del trabajo o la educación», concluyen los autores.
«Hasta hace poco, el aburrimiento se consideraba una emoción negativa con resultados únicamente negativos, pero el estudio actual añade peso a las pruebas que sugieren que el aburrimiento puede ser a veces una fuerza positiva. Es decir, podría merecer la pena permitir o incluso fomentar el aburrimiento en el trabajo, la educación y el ocio. A título individual, si uno intenta resolver un problema o idear soluciones creativas, los resultados del presente estudio sugieren que realizar una tarea aburrida (especialmente una tarea de lectura) podría ayudar a obtener un resultado más creativo».
La idea de que podamos dejarnos llevar por el aburrimiento en lugar de evitarlo va en contra de los principios rectores de la vida moderna. Todos llevamos encima dispositivos que permiten evitar el aburrimiento con solo un dedo. No hay nada malo en tratar de evitar el aburrimiento o en utilizar un teléfono inteligente, pero quizás también deberíamos ser conscientes de las formas en que podemos dejar vagar la mente y permitir que las ideas surjan de forma espontánea.
Ni siquiera tenemos que estar especialmente aburridos para aprovechar el potencial creativo de una mente errante. Ya sabemos que las ideas pueden surgir cuando estamos haciendo algo distinto a pensar conscientemente. Es una idea bien establecida en la literatura y que abordamos aquí.
El mundo moderno y su tecnología inmersiva y la posibilidad de trabajar de forma productiva en cualquier lugar conspiran contra el hecho de no hacer nada en particular o incluso de aburrirse. Pero es algo que podríamos alimentar cambiando nuestra forma de actuar. Eso incluye las culturas de trabajo que creamos y las oficinas que diseñamos. Siempre debería haber tiempo y espacio para estar ocupado sin hacer nada. Excepto quizás fomentar nuestra creatividad.
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