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Teletrabajo: presente (obligado) y futuro

Sedus aboga desde hace tiempo por una cultura laboral flexible, lo que incluye la opción de trabajar a distancia o teletrabajar. Ahora que, con la llegada del Coronavirus, nos hemos visto obligados a confinarnos en nuestras casas, para muchos el teletrabajo ha pasado a ser la única posibilidad de continuar ejerciendo su labor. Y empiezan a surgir debates interesantes.

¿Qué sucederá con las oficinas?

Con el auge (obligado) del teletrabajo han surgido muchas voces que auguran el fin de la oficina tal y como la conocemos. Aunque es cierto que el contexto no es el mismo, conviene recordar que se lleva por lo menos un cuarto de siglo pronosticando la muerte de la oficina.

Nosotros, como el resto del mundo, no tenemos respuestas ni podemos prever cómo va a cambiar la sociedad y, con ella, el mundo de la oficina y del trabajo como consecuencia de esta crisis sanitaria (y económica). Si algo podemos asegurar es que nadie sabe nada en realidad.

Sea como fuere, la pregunta sobre el fin de las oficinas es inherentemente absurda. Se basa en una premisa errónea, según la cual el horario y el espacio de trabajo es un juego de suma cero. Las cosas son inevitablemente un poco más complejas.

Trabajar desde casa puede ser una respuesta temporal a un problema muy específico y grave, pero no podemos olvidar que el teletrabajo, si se hace bien, es algo más que trabajar desde casa con el portátil. Implica numerosos aspectos técnicos a resolver: configuración de servidores y VPN, infraestructura para videollamadas, protección de datos y de la información y un largo etcétera. Pero también afecta a cuestiones de la cultura de la empresa que no son menos importantes y que se pueden resumir así: ¿qué se espera del empleado y cómo se valora su trabajo?

Como argumenta este artículo en el FT, trabajar desde casa no es el paraíso. O al menos no para mucha gente. Y muchos están desmitificando ya estos días el concepto del teletrabajo. A fin de cuentas, como decíamos, es una respuesta improvisada a un problema que nadie podía prever hace unos meses. Y no hay más que ver el tsunami de artículos que se han publicado estos días con consejos de lo más variopinto para trabajar de la mejor manera posible en esta situación (como muestra, un botón aquí, aquí y aquí).

La respuesta está en la flexibilidad

No obstante, es cierto que las crisis pueden ser oportunidades, situaciones que pueden y deben ser aprovechadas. Según la definición de la RAE, las crisis son momentos de incertidumbre, duda y cambios. Y este cambio puede incluir comprobar que el trabajo flexible es viable en cualquier empresa.

A fin de cuentas, el trabajo flexible es una tendencia que lleva muchos años en auge, pero que se topaba con la resistencia (cultural) de muchas empresas. Es probable que uno de los efectos a largo plazo de la pandemia sea la aceleración de esta tendencia. De hecho, las empresas están viendo las ventajas de las formas de trabajo más ágiles y muchas de ellas obrarán en consecuencia cuando todo esto pase.

El trabajo flexible implica espacios de oficina flexibles, la posibilidad de trabajar a distancia, sí, pero favorecer también la interacción en un espacio real común. El teletrabajo funciona como opción pero, a la larga, trabajar desde casa también distancia a las personas entre sí y disipa cualquier objetivo compartido que tengan. Es importante recordar lo importantes que son nuestras interacciones con los demás.

Compartir el espacio con otras personas no solo es importante en términos de su impacto práctico en nuestra capacidad de trabajar eficazmente, sino que también tiene profundas implicaciones para nuestro bienestar. A fin de cuentas, además de estructurar nuestro tiempo e identidad, el trabajo nos abre a otras personas. Y es esa apertura e interacción la que genera las mejores ideas y se traduce en los mejores resultados.

Además, como veíamos aquí, en tiempos de dificultades económicas, las empresas que apuesten por la flexibilidad, tanto cultural como físicamente, estarán mejor preparadas para hacer frente a la marejada que se avecina.

Para muchos, el teletrabajo seguramente haya llegado para quedarse, pero guardemos todavía los obituarios de la oficina. Parafraseando a Mark Twain, las noticias sobre su muerte parecen una exageración.

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