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Trabajar a distancia: riesgos y oportunidades

Trabajar a distancia (en combinación con espacios flexibles de trabajo)  es una opción cada día más popular. Según un estudio de IWG, el 70 % de los empleados trabaja a distancia al menos un día a la semana, mientras que el 53 % lo hace al menos la mitad de la semana.

Esto es posible, entre otros, gracias a las nuevas tecnologías. No obstante, las empresas deben implantar conceptos de trabajo flexible y poner en práctica políticas adecuadas que garanticen que sus empleados se sientan parte del equipo y no se «quemen».

Según otro estudio, cerca del 70 % de los millennials preferirían trabajar para una empresa que ofrezca la posibilidad de trabajar a distancia. Los empleados valoran la flexibilidad que les da, especialmente si tienen hijos pequeños a su cargo. Además, también aprecian el hecho de ahorrarse los trayectos hasta el trabajo y evitar las distracciones de la oficina.

No obstante, también hay motivos de preocupación. Las últimas investigaciones apuntan a que estar «siempre activo y disponible» mientras se trabaja a distancia conduce a una difuminación de los límites entre la vida profesional y la personal, algo especialmente acusado cuando se trabaja desde casa. Un informe de las Naciones Unidas de 2017 indicaba que el 41 % de los trabajadores remotos padecían altos niveles de estrés, frente al 25 por ciento de los oficinistas clásicos.

De ahí la importancia de ofrecer espacios flexibles de trabajo. Pese a que cada día leemos cientos de artículos que profetizan el final de los espacios de oficina, estos van a seguir existiendo, si bien tendrán que adaptarse a esta nueva realidad, con límites cada vez menos marcados entre departamentos, empleados que van y vienen, equipos que mutan y evolucionan constantemente.

Y, sin embargo, el 40 % de los usuarios de oficinas flexibles afirman preferir trabajar en una oficina convencional, como indica un estudio conjunto de Gensler y el British Council of Offices (BCO). El Informe 2019 sobre el auge de los espacios de trabajo flexible en el sector corporativo pretende identificar los factores que impulsan el uso flexible del espacio y del coworking por parte de las grandes empresas, así como sus riesgos y resistencias.

El informe argumenta, como veíamos, que el coworking ha evolucionado de ser cosa de freelancers y start-ups a formar parte de las estrategias de las grandes empresas. De hecho, los proveedores de espacios de coworking ya dan servicio a más empleados de grandes empresas que a trabajadores autónomos.

Los motivos de este desencanto son variados, pero la causa final suele ser la misma: una deficiente puesta en práctica del concepto de trabajo flexible.

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Al final, no basta con ofrecer la posibilidad de decidir desde dónde se trabaja, quitar todos los muros del espacio y poner una máquina de café en mitad de la oficina. Las organizaciones deben poner los medios y los espacios para que esa flexibilidad sea eficaz. En definitiva, un espacio flexible debe dar cabida a las cuatro situaciones que surgen en el trabajo, que resumimos con cuatro «C»: concentración, comunicación, colaboración y contemplación.

Como veíamos en este otro artículo, el diseño de un espacio flexible esconde mucho trabajo detrás. Y debe tener en cuenta hasta el detalle aparentemente más nimio. ¡Nunca hay

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