Trabajo al natural: cómo aplicar el diseño biofílico en la oficina
A pesar del tiempo que pasamos cada día entre cuatro paredes, estamos instintivamente tan unidos a la naturaleza que necesitamos sentir una fuerte conexión con ella. El diseño biofílico de oficinas ofrece una nueva forma de traer la naturaleza a los espacios creados por el ser humano, con beneficios probados en términos de bienestar psicológico, salud física, productividad y fidelización de los empleados.
Perderse en el bosque sin el teléfono móvil y otras distracciones, solo pasar el tiempo inmerso entre la vegetación. Para aquellos en Europa que aman la naturaleza, esta es una nueva e importante tendencia de bienestar, que se deriva de la práctica japonesa del «shinrin-yoku». Una traducción literal de este concepto sería «sumergirse en el bosque», una idea desarrollada en los años 80 por el Dr. Qing Li.
Sumergirse en la naturaleza despierta mayoritariamente sensaciones positivas. Las últimas investigaciones han demostrado que reduce el estrés y mejora la salud mental, aumenta los niveles de serotonina y estimula el sistema inmunológico. Como terapia preventiva es tan efectiva que el gobierno japonés la ha incorporado al sistema de salud del país.
¿Qué entendemos por biofilia?
La inmersión en el bosque es un ejemplo perfecto de cómo la gente encuentra nuevas formas de conectar con la naturaleza, impulsada por una afinidad instintiva y genéticamente determinada con todos los sistemas vivos.
Es una conexión física y psicológica que el biólogo E. O. Wilson denominó «biofilia» y definió como «el impulso innato de los humanos de conectar con (…) la vida y los procesos similares a la vida». En otras palabras, la biofilia es la razón por la que amamos el crepitar del fuego, observar el mar, disfrutar de la compañía de animales y gozar de la fuerza invisible que nos transmiten ciertos paisajes. «La idea de la biofilia tiene su origen en la comprensión de la evolución humana, ya que durante más del 99% de la historia de nuestra especie hemos evolucionado biológicamente en respuesta adaptativa a las fuerzas de la naturaleza, no a fuerzas artificiales o creadas por el hombre».
Es un rasgo muy nuestro que a menudo se descuida en la actual sociedad materialista, una era en la que consumimos más de lo que la Tierra ofrece y en la que pasamos gran parte del tiempo en entornos literalmente antinaturales. Originalmente acuñado por Eric Fromm y aplicado en los campos de la psicología y la biología, el concepto de biofilia pronto se extendió a otras disciplinas, en particular las relacionadas con la creación de espacios y experiencias, como la arquitectura y el diseño de interiores.
En su evolución, ha pasado de describir principalmente el fenómeno y sus efectos en la vida de las personas a asumir el papel de puente entre el mundo creado por el ser humano, un mundo artificial y cultural, y aquel en el que los humanos existen en un sentido más amplio, la naturaleza. Ha creado las condiciones y características que ahora aplicamos cuando nos proponemos «diseñar un entorno natural hecho por el hombre», por contradictorio que pueda parecer.
Experimentamos el mundo a través de nuestros sentidos, principalmente la vista, el tacto, el olfato, el oído y el gusto. La base del diseño biofílico es su capacidad para apelar a estos sentidos a fin de satisfacer nuestras necesidades inconscientes y fidelizarnos. Se basa en algunas de las características más importantes de nuestras necesidades más profundas, como la imprevisibilidad o la sensación de protección contra el peligro. Según Stephen Kellert, ecólogo social y académico de la Universidad de Yale, que gestó la base conceptual del diseño biofílico, existen tres experiencias biofílicas fundamentales: la naturaleza en el espacio, los análogos de la naturaleza y la «naturaleza del espacio». Su trabajo también definió más de 70 características y mecanismos diferentes que podrían hacer más natural el espacio en el que vivimos e hizo frente a la noción de que tenemos que «salir» de nuestros edificios para «entrar» en el mundo natural.
Al examinar las «relaciones entre la naturaleza y el diseño» definidas por Kellert, Terrapin Bright Green estudió la oportunidad de aplicarlas en la arquitectura y el diseño y desarrolló un marco compuesto por catorce patrones que sustentan la toma de decisiones de diseño biofílico en cada espacio artificial.
Recientemente, el biólogo alemán Clemens Arvay ha publicado estudios médicos y científicos que sustentan la «hipótesis de la biofilia». Además, Rob Fleming y Saglinda Roberts han relacionado la biofilia con el concepto más amplio de diseño sostenible y han creado un enfoque holístico que aborda los aspectos sociales, culturales, ecológicos y estéticos de la conexión entre los seres humanos y la naturaleza. En la actualidad, los principios de la biofilia se aplican en contextos variados, desde el interior de los edificios hasta las calles, las ciudades e incluso regiones enteras, con un enfoque que no se limita a crear espacios saludables sino también curativos.
El diseño biofílico aplicado al mundo de la oficina
Hay ejemplos en todo el mundo que muestran que el diseño biofílico se aplica ya de forma rutinaria en los ámbitos más variopintos, desde el aprendizaje y la estimulación motora y sensorial hasta la reducción del estrés y la relajación, así como para mejorar la salud a nivel general. El espacio de trabajo es uno de los entornos creados por el hombre que más podría beneficiarse de la aplicación de los principios del diseño biofílico. No en vano, el diseño biofílico ha demostrado en numerosas investigaciones que aumenta los niveles de concentración, productividad y creatividad de las personas, mejora el bienestar individual y mejora la contratación y fidelización de personal.
Por lo general, el diseño biofílico de oficinas se ha alejado ya en gran medida de su idea original, bastante simplista, que se limitaba simplemente a llenar la oficina de plantas. Las mejores prácticas ya no se limitan a la creación de zonas verdes donde los empleados se reúnen, colaboran y se relajan, solos o en compañía, disfrutando de las ventajas que les ofrecen las plantas. También incluye la oferta de espacios inteligentes que son de uso flexible y eficiente o espacios luminosos en los que se maximiza el efecto del aire fresco y la luz natural o incluso espacios sostenibles en los que se optimiza el uso de los materiales y los recursos. Los colores, las formas y las texturas son también factores importantes que pueden maximizar el impacto del entorno inspirado en la naturaleza.
Por último, algunos principios biofílicos atraen a los empleados ofreciéndoles más libertad de elección o destilando la esencia de los rasgos naturales que generan en las personas las sensaciones de unas vistas, un refugio, pero también un misterio o incluso un riesgo.
Estas dos últimas características representan un giro interesante en la aplicación de los principios biofílicos. En un entorno laboral transformado y más dinámico, la vitalidad y los ritmos circadianos de la naturaleza pueden contribuir a crear una experiencia laboral con un atractivo máximo.
Para evaluar el impacto de la biofilia en el entorno laboral podemos comparar los catorce patrones con las cuatro modalidades de trabajo habituales en el espacio de trabajo típico (concentración, comunicación, colaboración y contemplación). Teniendo en cuenta el impacto fisiológico, psicológico y cognitivo de cada elemento es posible identificar aquellos elementos que son necesarios o deseables para ayudar a las personas a llevar a cabo cada actividad de la mejor manera posible.
La matriz muestra las conexiones entre los patrones biofílicos y las características conductuales y proxémicas del flujo de trabajo en la oficina. La biofilia y el diseño biofílico son nuevas formas de concienciación de la importancia de nuestra conexión con la naturaleza y demuestran exactamente por qué debemos considerarnos parte del entorno natural y no distintos de él. La aplicación de los principios biofílicos nos permite crear un entorno de trabajo humano que ofrece un mejor bienestar fisiológico y psicológico a sus usuarios. Crea entornos más resistentes al clima, circulares, flexibles y saludables y tiene un impacto profundo en las capacidades cognitivas, la felicidad y la productividad de las personas. Y, además, redundará en un mayor respeto por nuestro planeta.
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