La importancia de la calidad del aire en el trabajo
Una de las consecuencias imprevistas de la pandemia ha sido la súbita atención a todo lo relacionado con la calidad del aire de los espacios interiores. No obstante, como señala Sarah Zhang en un reciente artículo para The Atlantic, se trata de una cuestión que entendemos desde hace tiempo. Y no se trata solo de una forma de reducir el riesgo de infecciones, sino que es un factor esencial para nuestro bienestar.
Como señala también Zhang, nuestra conciencia sobre el tema es anterior no solo a la COVID-19, sino a la propia teoría de los gérmenes como vectores de la enfermedad. «El médico griego Hipócrates advertía en el siglo V a.C. de que el aire viciado era la causa de la peste», escribe. «La gente en la Edad Media también tenía una cierta noción de esto. La palabra «miasma» procede del griego antiguo μίασμα, que significaba mancha, impureza. En el siglo XIX, el miedo a los brotes alimentó nuevas campañas de salubridad para librar a las ciudades de las miasmas».
Nuestra conciencia de la necesidad de contar con una buena calidad del aire interior en la oficina también es anterior a la pandemia. Una de las investigaciones más influyentes sobre la productividad en la oficina es Productivity in buildings: The ‘killer’ variables, que establece los factores más importantes en los edificios para mejorar la productividad y el bienestar de las personas. Sus resultados se han reproducido en otros muchos estudios y es interesante que dos de las variables clave –el confort y la ventilación– estén directamente relacionadas con la calidad del aire, aunque este fuera uno de los factores más olvidados a la hora de crear entornos de oficina saludables y productivos.
Los síntomas típicos de la mala calidad del aire en el espacio de trabajo suelen ser dolores de cabeza, cansancio, dificultad para concentrarse, piel reseca, dolor de ojos y congestión o moqueo.
Un estudio de 2011 expuso algunos de los beneficios de abordar la calidad del aire en el espacio de trabajo. Se descubrió que las personas son un 1% más productivas por cada 10% de aumento en sus niveles de satisfacción con la calidad del aire y que la mejora de la calidad del aire suele reducir el absentismo en un 10%.
Un 1% puede parecer poco, pero el World Green Building Council afirmaba en su informe de 2016 «Building the Business Case: Health, Wellbeing and Productivity in Green Offices», que los empleados representan el 90% de los gastos de explotación de una empresa. Por lo tanto, una mejora de solo el 1% tendría un impacto significativo en el resultado final.
Sin embargo, este claro argumento empresarial se suele pasar por alto porque a menudo resulta invisible. Como explicaba en este reportaje de la BBC Cath Noakes, profesora de la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de Leeds, «el aire exterior, cuando está muy contaminado, se puede ver, saborear y oler. Pero en interiores, a menudo no se puede detectar lo que hay. Cuando la gente no puede ver algo, lo ignora».
La calidad del aire en el trabajo es esencial para el bienestar y la productividad, pero también un derecho. Los empresarios tienen la obligación de garantizar que los espacios de trabajo cuenten con una ventilación eficaz y una cantidad suficiente de aire fresco o purificado, como se especifica en el Anexo III del Real Decreto 486/1997 por el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo.
En la Guía divulgativa sobre la Calidad de ambiente interior en oficinas se definen los riesgos para la salud asociados a la exposición a contaminantes en los espacios de trabajo. A fin de cuentas, los empleados están expuestos a contaminantes procedentes de muchas fuentes, como alfombras, muebles, productos de limpieza, calefactores, fotocopiadoras, el propio edificio, los conductos de ventilación y el entorno exterior.
Aunque no es la única fuente de compuestos orgánicos volátiles en las oficinas, los fabricantes de muebles deben prestar mucha atención al diseño y la fabricación de sus productos para garantizar un nivel óptimo de calidad del aire, reduciendo el uso de compuestos que puedan tener un efecto negativo.
Como uno de los principales innovadores del mundo en el diseño de oficinas, no es de extrañar que Sedus esté a la vanguardia en el tratamiento de estas cuestiones y contribuya así de forma significativa a satisfacer las necesidades de sus clientes y a superar los requisitos de la legislación correspondiente y de las acreditaciones LEED, BREEAM, Well Building y otras muchas.
Este enfoque no solo distingue a Sedus del resto, sino que también demuestra un compromiso más amplio por ofrecer oficinas que aborden todo lo relativo a la productividad y al bienestar. Y lo que es más importante, todo esto va siempre de la mano de enfoques sofisticados e ilustrados sobre el impacto medioambiental.