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Los elementos del bienestar son eternos, dondequiera que trabajemos

Aparentemente, mucha gente se ha sorprendido por el éxito del éxodo a gran escala hacia el teletrabajo en los últimos dos años y su impacto en nuestra productividad y bienestar. Pero no debería ser así.

Hace muchos años que conocemos el potencial de esta transformación y, de hecho, llevamos muchos años hablando de ella.

Sedus es una de las empresas que han colaborado con investigadores, usuarios finales y diseñadores en este asunto para desarrollar conceptos y productos que ya existían mucho antes de la pandemia.

También sabemos que hay una serie de cuestiones que aún no han quedado resueltas del todo. Puede que haya oído decir que el debate sobre el teletrabajo ha terminado, que ya no hay nada que discutir, pero no es así. Ni mucho menos.

El bienestar y el teletrabajo, ¿cosa de los tribunales?

Una de las cuestiones de las que quizá oigamos hablar mucho más es de las consecuencias de convertir el hogar de alguien en su principal o único lugar de trabajo. Desde el punto de vista legal, hay una gran diferencia entre eso y permitir que se trabaje desde casa ocasionalmente. Y parte del debate en torno a esta cuestión ya lleva meses dirimiéndose en los tribunales.

Bienestar en el teletrabajo

El primer caso destacado se produjo en el verano de 2020, cuando un tribunal suizo dictaminó que las empresas debían pagar el alquiler de espacio en los hogares de los teletrabajadores para ayudar a cubrir sus gastos. Pero tal vez el cambio más profundo a largo plazo no consista en saber quién asume el coste del espacio de trabajo, sino quién es legalmente responsable del bienestar y la salud y seguridad de sus ocupantes.

En la legislación británica, al menos, la carga parece recaer en el empresario, ya que la Ley británica de salud y seguridad ocupacionales se aplica al espacio de trabajo principal de las personas. Otros dos casos recientes en Alemania y España también dejan claro que una legislación amplia puede no estar siempre a la altura de la realidad actual del trabajo. Uno de los casos planteados analizaba si el trayecto por las escaleras hasta el despacho podía considerarse parte de la jornada laboral. A buen seguro otros tribunales y, en última instancia, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea no tardarán mucho en pronunciarse al respecto.

Independientemente de la obligación legal de los empresarios de velar por la salud, la seguridad y el bienestar de los trabajadores a distancia, las empresas también deben cumplir sus propias responsabilidades éticas. Estar fuera de la vista nunca debe significar estar desatendido.

Esto significa proporcionar una tecnología y un entorno al mismo nivel de exigencia que se esperaría en la oficina, pero también fomentar buenos hábitos.

Es muy importante que nos acordemos de movernos, trabajemos donde trabajemos. En parte, se trata de una cuestión de diseño de productos, de ahí el aumento de las mesas para sentarse de pie y el gran número de sillas que ahora promueven la postura dinámica, o alguna otra variante en este sentido, como parte de su enfoque para fomentar el movimiento. Pero también es una cuestión de gestión, ya que, además de sentarnos en una silla que nos permita o nos anime a cambiar de postura, también deberíamos recordarnos y animarnos a levantarnos y movernos. Es algo que debe incorporarse a nuestra rutina diaria.

No se trata solo de equipar a las personas de forma correcta. También se trata de las cosas que salen gratis. Se trata de los comportamientos que pueden erosionarse con el tiempo tanto en la oficina como en casa: descansos, comer de forma saludable, beber suficiente agua, horas fijas de trabajo, paseos, ejercicio, aire fresco y un tiempo para dejar las herramientas de trabajo a un lado.

Estos son los elementos eternos del bienestar en el espacio de trabajo, dondequiera y cuando quiera que hagamos nuestro trabajo.

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